Cuando estás consumiendo algún producto o alimento, te has preguntado de dónde proviene. Si la respuesta es no, es hora de pensarlo.
Todo lo que comemos o utilizamos requiere procesos que, en ocasiones, son altamente contaminantes y nuestro papel es actuar de manera responsable con el cuidado del planeta: la sostenibilidad, en términos ambientales, debería estar en nuestra genética.
Esto no es algo para generar confrontaciones, sino para resaltar que la tierra nos necesita; estamos en una cuenta regresiva y, si queremos perdurar como humanidad debemos tomar conciencia
Para hacernos una idea, el sistema alimentario genera más de un tercio de las emisiones mundiales de Gases Efecto Invernadero (GEI), según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Es un sector necesario para la vida y el bienestar humano, pero, por ejemplo, sus técnicas no son tan sencillas como para decir que el pequeño productor deforesta unos metros cuadrados de su granja para convertirlos en potreros o que desvía el cauce de las aguas o monta un sistema de riego para sacar adelante sus proyectos sin alterar los ecosistemas.
Es por ello que los agricultores, campesinos los debemos valorar más, pagándoles un precio justo sin intermediarios, para mejoren su bienestar y su permanencia en el campo.
Cómo consumir de forma consciente
También el gobierno los debería formar más y la academia en procesos amigables con el medio ambiente para que sean conscientes de los efectos que generan con su producción y de la importancia de mitigarlos.
Es por eso que nos deberíamos poner en la tarea de exigir dentro de las cadenas de distribución como los grandes supermercados y las plazas de mercado un sello distintivo con el que se logre identificar el origen de la mercancía, el método sostenible utilizado para su elaboración y su huella ecológica.
Con esta información podríamos hacer una compra responsable porque sabríamos de dónde proviene la materia prima, dónde fue envasado, procesado, cultivado o criado el producto.
Así, cuando estés comiendo una carne podrás saber que el ganado que consumes estuvo en pastizales aptos y no en potreros de la tala de un bosque, con el que se alteró un ecosistema.
Con esta etiqueta también podrías asegurarte de que el pescado que ingieres no es una especie en vía de extinción, que el procedimiento para cosechar el aguacate o las otras verduras de la ensalada no secaron una cuenca, por la utilización de un sistema de riego no autorizado o que con el uso de pesticidas no se afectaron animales indispensables, como las abejas, que son las responsables de que el 75 por ciento de alimentos lleguen a nuestras mesas.
Lo cual es una práctica muy común por los grandes chefs de Latinoamérica, que en sus restaurantes como el Chato, Leo, El Cielo, Carmen, Mesa Franca, etc. Te expliquen de donde vienen las materias primas para hacer sus recetas, te cuenten la historia del agricultor y la zona donde la cultiva.
Y no encuentres productos de las grandes marcas como Postobón, Bavaria, Nutresa etc.
Ahora bien, esto no solo aplica para el sector agrícola sino también para todas las actividades que demandan energía, pues son responsables de la emisión del 27 por ciento de Gases de Efecto Invernadero.
Sabemos que los métodos productivos sostenibles requieren costos adicionales a los de los sistemas tradicionales y que las presiones económicas están presentes para los agricultores y empresarios, porque ellos buscan una mayor utilidad sin poner en riesgo la calidad del producto.
Sin embargo, se tiene la responsabilidad de buscar soluciones sustentables, que pueden tener como principio la economía circular: reducir, reutilizar y reciclar son parte de esa premisa.
Como en el caso del café cultivado en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde la mayoría es orgánica, por no usar químicos para su cultivo, como una practica ancestral en su comunidad gracias a la sombrío de sus árboles y la conciencia de los cultivadores por producir mejor calidad a expensas de la productividad.
Lo cual cada ves es mas valorado por los compradores y les genera un gran ahorro en compra de insumos y fertilizantes que hoy en día están tan costosos.
En la actualidad existen industrias con artículos cada vez más inteligentes y amigables con el medioambiente. Y todos estamos en la obligación de buscar soluciones de fondo porque el planeta está en riesgo y los humanos bajo amenaza.
No se trata de estigmatizar a ningún sector productivo ni de ser crítico, sino de reflexionar sobre un tema que es de interés general; hoy la producción que se enmarca en los sectores industriales y agrarios inciden en el cambio climático, pues generan gran parte de la contaminación mundial.
Si seguimos así, el rendimiento de los cultivos disminuirá y, en consecuencia, se incrementarán los precios de los alimentos. La desnutrición será una constante, derivada de la pobreza, y muchos bienes y servicios que consumimos podrían desaparecer por la imposibilidad de elaborarlos.
Esta en nuestras manos consumir más a conciencia preguntando y revisando lo que compramos antes de consumirlo, saber de dónde viene, por que no solo se trata de precio.
A la larga nuestro planeta y nuestro organismo es el que paga las consecuencias, por que debemos invertir mas en medicina para curar un cuerpo maltratado por la mala alimentación y un planeta destruido por no cuidarlo pensando solo en el beneficio a corto plazo.