La cocina fusión se ha convertido en una representación de nuestra sociedad globalizada y en los últimos años se a impuesto como una moda a través de los restaurantes y cocineros que hablan de un estilo de cocina fusión. El problema es cuando usan el termino de cocina fusión mas para vender, que para tener una propuesta coherente que fusiona diferentes cocinas.
En Latinoamérica muchas de nuestras cocinas son cocinas fusión por que son la mezcla de las cocinas árabes, españolas y las de nuestros indígenas. Las cuales se puede ver en platos como el arroz con pollo, las empanadas, los sancochos, el cocido boyacense, etc.
La base del concepto de cocina fusión es buena, también como reflejo de la multiculturalidad de nuestras ciudades, el problema es cuando es corrompida por los intereses exclusivamente económicos y en lugar de ser una oportunidad de probar algo nuevo o un acercamiento entre culturas, acaba convirtiéndose en un negocio de cadenas de comida, que va dejando cada vez menos espacio a esos proyectos que nos tratan de presentar gastronomías diferentes con cuidado y con cariño, o a nuestra propia gastronomía, como reflejo de un proceso de investigación y creatividad donde se fusionan elementos de nuestras materias, primas, raíces con otras culturas convirtiéndose en una fusión extraordinaria y en el arte del cocinero de crear nuevos platos y sabores.
Por eso una de las mejores formas de conocer un país es a través de su comida, porque Lo ideal sería poder viajar a todos esos lugares dejándonos sorprender por nuevos sabores y en ese viaje de experiencias es precisamente donde conocemos todas las fusiones culturales que absorbió el país para construir su identidad y su comida típica.
El Descubrir algo nuevo y verdadero hoy en día se convierte en todo un reto por que pocas cosas consiguen hoy sorprendernos y lo que ya conocemos poco a poco va desapareciendo. La cocina lenta, la que necesita horas, no tiene cabida en el mundo rápido en el que faltan horas. Por lo que, otra cosa que tampoco sorprende es que sean las cadenas de “fast food” las que se apoderen de las ciudades a lo largo y ancho del mundo. Haciendo perder la identidad de los pueblos y pareciéndonos cada vez más, porque terminamos comiendo lo mismo que todos.
La oferta gastronómica que amplía horizontes acercándonos a otras culturas no es un problema, el problema es cuando la industria se apodera de ella deshaciéndose de su identidad propia, dando lugar a lo que se conoce como aculturación gastronómica, que es la falta de cultura y educación culinaria (especialmente en las nuevas generaciones) que hace que el acto de comer esté sujeto a modas pasajeras conducidas por el marketing, que a su vez potencia el proceso de homogeneización de la comida.
Globalización culinaria
Cuando una cocina local se mercantiliza y se sirve por todo el mundo, sobre todo en los países occidentalizados, hablamos de globalización culinaria. Esto es posible gracias a las mejoras en la producción, procesamiento y conservación de los alimentos. Las constantes necesidades generadas por la industria en la sociedad postmoderna también incluyen las culinarias, y la demanda de alimentos y diferentes cocinas del mundo convertidas en tendencia no para de crecer.
Los expertos hablan de un nuevo sistema alimentario global, ¿pero realmente queremos la desaparición de uno de los mayores tesoros de la cultura? La gastronomía local.
El antropólogo británico Jack Goody habla de “la industrialización de la cocina” entendiendo esto como un conjunto de transformaciones que abarcan todos los aspectos de la alimentación: selección de recursos, métodos de producción y procesamiento, distribución, ventas y publicidad, cambios en la dieta de las personas, la modificación de la comida local para su distribución masiva y la creación de nuevos alimentos. Todo ello adaptado y moldeado por un sistema de producción industrial capitalista intensivo.
Cocina fusión
Existe una idea popular que cree que el comercio global acabará mezclando las cocinas del mundo en un sándwich lleno de cosas con un denominador común. Pero a pesar de que la oferta gastronómica se rige por la dictadura de las tendencias, y va poco a poco restando protagonismo a las gastronomías locales de cada cultura, esta gran mezcla nunca ha llegado a ocurrir, y si lo ha hecho, ha sido con algo de coherencia, aplicando la máxima “renovarse o morir”, dando lugar a “la cocina fusión”. Algunos cocineros se han dado cuenta de que la mejor forma de servirse de esta globalización culinaria es aliándose con otras culturas para así volver a sorprender al comensal.
Las posibilidades de una gastronomía globalizada son amplias, pero también los peligros y laspérdidas. Sobre todo cuando nos dejamos llevar por una industria salvaje y capitalista cuya única cultura de interés es la cultura del dinero.
A veces me gustaría ir a un lugar que no conozca y que realmente me sorprenda y donde no vea las marcas de siempre, si no alimentos por descubrir, probar otros sabores, tener toda una nueva experiencia que nos haga deleitar y nos permita volver a esos recuerdos de la cocina de nuestras abuelas que permanecen en nuestra mente y nos conectan con nuestra identidad y cultura. Estas son las comidas de verdad que no debemos perder.